Prepararse para emprender y mantenerse en la aventura

Según el diccionario RAE emprender es Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro. ¿Entraña dificultad o peligro?

¿Realmente por qué me declino por ser emprendedor/a?

  • Estoy en paro y no vislumbro encontrar trabajo dada la situación actual del mercado laboral.
  • Percibo que ofrecen muchas ayudas económicas para nuevos/as emprendedores/as.
  • Mi trabajo actual no me gusta y quiero sentirme “realizado/a” porque para mí es fundamental el desarrollo de carrera profesional.
  • Estoy cansado/a de convivir con jefes que no valoran a las personas que tienen en su empresa.
  • No me gusta que nadie me mande, me gusta mandar.
  • Creo que lo más normal es que en las empresas no te dejen opinar sobre ideas y cambios que mejorarían los resultados, así que voy a ponerlas en práctica por mí mismo/a.
  • Otras causas.

Reflexiona si eres un emprendedor por “empuje” o un emprendedor por “atracción”. Localiza cuál es tu motivación y sobre todo contrasta si esa motivación es intrínseca o extrínseca.

La motivación es el estímulo para la acción. La motivación extrínseca se vincula con recompensas externas (materiales y tangibles) y la motivación intrínseca se vincula con recompensas y factores internos de la persona (p.e. desarrollo personal, propósito vital).

Antes de emprender, es interesante hacer un ejercicio personal de reflexión para autoinformarse de los recursos personales que predicen un buen desempeño en el campo de batalla del emprendimiento. Este ejercicio nos permitirá conocer nuestros puntos fuertes para activarlos al máximo y al mismo tiempo obtendremos alguna clave en relación a mejorar que solventaremos con una acertada información, formación y un buen entrenamiento.

Algunas características psicológicas de un emprendedor/a:

  • Necesidad de logro, su principal motivación.
  • Sentido de autoeficacia. Es la “creencia en las propias capacidades para organizar y ejecutar los cursos de acción requeridos que producirán determinados logros o resultados” (Bandura, 1997, p.3). Es la expectativa de que seremos capaces.
  • Perseverante y comprometido/a. Es necesario perseverar y recordar el compromiso adquirido con uno/a mismo/a para no olvidar qué hay detrás de la decisión de embarcarse en el emprendimiento. Perseverar no significa obcecarse, implica saber diseñar nuevas rutas y desechar lo que la evidencia nos avisa de que algo no está funcionando.
  • Personalidad autotélica (Csikszentmihalyi, M.). Es una persona que elige por si misma sus metas, toma decisiones acordes con el diseño y propósito de su proyecto y percibe oportunidades en lugar de barreras. Es consciente de sus capacidades, busca la manera de mejorarlas y además evalúa de forma objetiva el resultado de sus acciones.
  • Alta tolerancia a la frustración. Es cierto que la apuesta inicial por el emprendimiento se entiende como beneficiosa y orientada a ganar. Nadie que inicia una actividad comienza pensando en que no va a tener éxito,  pero el recorrido, hasta posicionarse donde queremos estar, en muchas ocasiones es una montaña rusa que interpretamos como éxito o fracaso. Por ello la personalidad del emprendedor/a tiene que estar ponderada por la tolerancia a la frustración.
  • Enfoque de perspectiva y propósito global. Tener un motivo potente, que nos trascienda, y elegido por uno/a mismo/a, es una buena base que nos ayuda a caminar hacia nuestras metas.
  • Es un/a optimista inteligente. Un/a optimista no es un pesimista mal informado. Es una persona que confía en que en el futuro las cosas irán bien y para ello trabaja en el presente cargado de una actitud positiva y realista.
  • Está abierto/a a nuevas ideas y formas de llevar a cabo su objetivo. Tener apertura mental nos hace ampliar el abanico de posibilidades de obtener éxito. Si ampliamos el foco de atención observaremos detalles que no habíamos percibido.
  • No espera recompensas inmediatas. Si entiendes que tu proyecto de emprendimiento necesita un tiempo para alcanzar resultados, es más probable que la recompensa esperada llegue tras el esfuerzo invertido ya que evitarás ansiedad y estrés.
  • Es resiliente. Se sobrepone ante las dificultades y adversidades que encuentra en su camino, aprende y crece a raíz de esa experiencia que experimenta, incluso sale fortalecido/a.

Se puede emprender con éxito pero no siempre querer es poder y no todo el mundo está preparado para ello. No basta con tener esa actitud positiva que tanto está de moda hoy y parece el único remedio para conseguir todo lo que nos propongamos. La actitud está influenciada por factores sociales y se enlaza con los valores personales de cada uno/a, hay que trabajarla e integrarla en nuestra forma de ser.

Es recomendable ser objetivos para identificar si reunimos unas condiciones mínimas para emprender, evaluar qué tenemos y qué nos falta, y posteriormente, poner manos a la obra para aprender a emprender y poder mantenernos en un continuo desarrollo de negocio.

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